Investigadores del Instituto de Investigaciones Agropecuaria – La Platina y La Cruz (INIA), publicaron el presente mes en la Revista Iberoamericana de Viticultura, Agroindustria y Ruralidad, una revisión sobre el cultivo del tomate local limachino
Lorenzo Palma, Ciencia en Chile.- Estudiar la historia del tomate y, en especial, del tomate limachino, tiene relevancia porque las variedades locales juegan un papel clave en la sostenibilidad agrícola, la seguridad alimentaria, la nutrición y la futura mejora de los cultivos, explica la Dra. Erika Salazar, doctora en Ciencias de la Agricultura e investigadora del INIA, especialista en la conservación de recursos genéticos.
“En el país existe poca información histórica sobre los productos alimenticios locales. Incluida la del tomate, que es una de las hortalizas más consumidas a nivel mundial”, comentó el Ing. Agr. Adolfo Donoso. La masificación de reducidas variedades comerciales, tal como las opciones de tomate que uno encuentra en ferias y supermercados, pone en riesgo la diversidad genética, y con ello, que los alimentos en el futuro no soporten los cambios en el clima, consecuencia del cambio climático.
Las variedades comerciales responden mejor al riego, fertilizantes, control de plagas y mecanización de cosecha y transporte, sin embargo, conocer el origen y variedades locales existentes en un territorio es clave, comentan los investigadores del INIA, pues una mayor diversidad genética permite abordar de mejor manera los problemas de adaptación local que enfrentan las variedades comerciales.
Como dato de interés en la publicación científica publicada recientemente en la revista RIVAR de la Universidad de Chile, el tomate recién comenzó a consumirse en Europa a fines del siglo XVII debido al miedo de la presencia de alcaloides tóxicos; sin embargo, en América Latina existe un reporte que data de 1653 en Lima de un jesuita llamado Bernabé Cobo y Peralta, un cronista de la época, que da cuenta que desde que se asentó en la ciudad ya en 1596 el tomate era ampliamente cultivado para consumo, señalando su cultivo antes de la llegada de los españoles, y diferenciándolo de los tomates silvestres por ser del tamaño de una lima, y existir tanto rojos, amarillos como verdes. .
Limache
El tomate Limachino, tradicionalmente se cosechaba muy temprano, característica distintiva de esta variedad local junto a su sabor y aroma. Aún muchas personas comentan extrañar el peculiar sabor y jugosidad de este tomate. Fue durante la primera mitad del siglo XX, que dada su precocidad, el tomate Limachino se hizo masivo en Santiago, al poder llegar antes que el tomate cultivado más al norte de la ciudad de La Serena. Se sabe que Limache era una comuna que a 1955 representaba 163 tomateros de pequeña superficie, muchos más que en otras zonas, estando el origen del tomate Limachino, según estudios genéticos realizados en INIA, en manos de estos tomateros. Haciéndolo patrimonio cultural y social de la comuna de Limache, al haberse originado como parte de un proceso social histórico.
Entre las lecciones que nos puede dar la historia, es que en 1957 se cuenta la misma situación que viven los agricultores hoy en día, donde los intermediarios pagaban $12 pesos por caja de tomate a los agricultores, mientras que en los mercados mayoristas de Santiago lo vendían a $100 pesos por caja de tomates. A partir de 1960 lentamente fue desplazado, hasta prácticamente desaparecer. El motivo principal fue su corta vida de postcosecha, problema que hoy en día es manejable. Es en 2015 que con Financiamiento de FIA, INIA La Cruz inicia una expedición en el valle del Marga-Marga, logrando encontrar 4 agricultores con reservas de la semilla de tomate local limachino.
El trabajo de caracterización molecular y composicional, han permitido postular que este tomate tiene su origen a partir de la hibridación de tomates locales con tomates europeos introducidos a finales del siglo 18. Estos antecedentes, combinados con el rescate de prácticas de cultivo tradicionales, ha hecho que este tomate vuelva a ser una opción comercial para los agricultores pequeños de Valle de Marga Marga, al producir un tomate diferente con una importante carga histórica, componentes valorados por los consumidores actuales, como se documenta en el artículo aquí analizado.
Adicionalmente, este trabajo aporta interesantes datos históricos sobre el posible centro de origen del tomate, algo que aún no está del todo dilucidado.
Para conocer la publicación pueden descargar aquí:
https://revistarivar.cl/images/vol9-n27/art13.pdf
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Lorenzo Palma Morales
Fundador y Director http://www.cienciaenchile.cl/
Periodista y Licenciado en Comunicación Social
Bachiller en Humanidades y Ciencias Sociales
Diplomado en Periodismo de Investigación – Universidad de Chile
Diplomado en Escritura Creativa de No Ficción – U. Alberto Hurtado
Magíster en Desarrollo Rural – Universidad Austral de Chile
Equipo Prensa
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