- La obtención y desarrollo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) de estos controladores biológicos para el control de cabrito de la frambuesa, significó una inversión de más de $580 millones, entre 2003 y 2019. En el mismo periodo se vendieron más de 6 mil dosis de este microorganismo, valorado positivamente por los usuarios como una estrategia de control sustentable y preventiva.
Chillán, 11 octubre de 2022.- ¿Puede un microorganismo llegar a reemplazar un producto químico en el 1 de plagas agrícolas? Lo que pareciera tan complejo, en realidad no lo es. En la naturaleza siempre han existido organismos microscópicos (hongos, bacterias, virus, nemátodos, entre otros) que enferman y parasitan larvas e insectos adultos en un proceso llamado a establecer equilibrios en los ecosistemas.
En ese contexto, la ingeniera agrónoma y encargada de la producción masiva de estos hongos, María Esperanza Sepúlveda, sintetizó que “hace casi tres décadas INIA apostó al estudio de los hongos entomopatógenos, como una forma de tener una opción amigable con la naturaleza en el control de plagas agrícolas”. La investigadora agregó que “nos abocamos a identificar cuál era la cepa que parasitaba distintas plagas de importancia agrícola”, haciendo alusión a la planta ubicada en el INIA Quilamapu en Chillán, donde funciona desde 2008 el Centro Tecnológico de Control Biológico, instancia que reúne a más de 20 especialistas en esta disciplina.
Uno de los principales desafíos del sector frutales, es el control de las plagas que generan daños al sector productivo exportador, como el cabrito de la frambuesa, cuyo combate químico, además de ser ambientalmente cuestionado, ha demostrado ser altamente ineficiente, ya que no es capaz de llegar a los lugares donde se refugia el insecto.
Como una forma más eficiente y efectiva de control, investigadores de INIA Quilamapu identificaron, entre más de 800 cepas, al hongo Metarhizium anisiopliae (cepa Qu-M430), que de manera natural parasita y mata a cabritos de la frambuesa. Realizados los ensayos y desarrolladas las formulaciones con las dosis exactas para aplicar en una hectárea, este hongo entomopatógeno se ha utilizado en los últimos 16 años en más de seis mil hectáreas de frambuesas y arándanos, entre las regiones del Maule y de Los Lagos.
Las ventajas en su uso quedaron reflejadas en la “Evaluación de impacto del uso de hongos entomopatógenos para el control de cabrito de la frambuesa (Aegorhinus superciliosus) en berries en la macrozona centro-sur del país”, elaborado por el Área de Evaluación de Impacto, Unidad de Planificación, Seguimiento y Evaluación (UPSE) de INIA. Este estudio determinó que la aplicación de estos hongos, fue positivamente valorada por los productores, además de generar un aumento en sus ingresos, especialmente en la Agricultura Familiar Campesina (AFC).
Ventajas de los hongos entomopatógenos
El mayor daño del cabrito de la frambuesa se genera en su estado de larva, momento en que genera galerías en las raíces de las plantas, que luego se sellan con el mismo aserrín, lo que impide la llegada de productos químicos. Con ello, se estima que las pérdidas causadas por este insecto oscilan entre 10 % y 40 % de la producción por temporada.
La investigadora de INIA Quilamapu, María Esperanza Sepúlveda, indicó que la percepción de esta tecnología, por parte de los agricultores de la zona centro sur, ha cambiado mucho con el tiempo. “En las primeras charlas -para promocionar su uso-, la dificultad era que los productores asimilaran que se podía controlar plagas con microorganismos, porque para ellos todo lo que fuera hongos era dañino y, por lo tanto, había que eliminarlos. Lentamente comprendieron que el hongo controlaba a la plaga.” La profesional destacó que ahora están mucho más dispuestos “no solo en el uso de los hongos, sino también en monitorear e incluso identificar sus propias plagas”.
Uso con tendencia al alza
Algo similar ocurrió en la Región del Maule, donde la investigadora de INIA Raihuén, Carmen Gloria Morales, ha liderado por años la extensión y transferencia tecnológica en arándanos y frambuesas. En tal sentido, destacó que el uso de hongos entomopatógenos, principalmente en la pequeña agricultura, fue incrementándose con el tiempo, en especial cuando los productores se percataron que “iba bajando la presencia de larvas y de insectos adultos en primavera”. Agregó que fue complejo regularles la ansiedad, porque “al hacer uso de nuevas tecnologías bajo acción directa de la naturaleza, querían respuestas rápidas, similar a las obtenidas ante un control del tipo químico”.
La ingeniera agrónoma señaló que lo más fácil fue la aplicación de los hongos, cuya solución pulverulenta se suspende en agua desmineralizada y se aplica con bomba de espalda en raíces y follaje. “Es relativamente sencillo y muy seguro, tanto para ellos o ellas, como para sus familias”, lo que resulta muy importante para la agricultura familiar, donde los huertos de frambuesa ocupan superficies de un cuarto de hectárea, y muy cerca de las casas.
Morales enfatizó que más del 30 % de los productores, y con tendencia al alza, está consciente de las ventajas de utilizar hongos entomopatógenos. “Cada vez son más los productores que están ingresando en este sistema, lo que se debe a que cuando usas químicos, el efecto de estos no llega a profundidades donde se encuentra la mayor presión de las larvas”. Por el contrario, resaltó que los hongos entomopatógenos tienen una movilidad alta a nivel del suelo, lo que “les permite llegar al lugar donde se encuentra el mayor número de larvas, esto es 20 o 30 cm, mientras que el producto químico no supera los 2 cm de profundidad”, concluyó.
El estudio “Evaluación de impacto del uso de hongos entomopatógenos para el control de cabrito de la frambuesa (Aegorhinus superciliosus) en berries en la macrozona centro-sur del país”, está disponible en: https://tinyurl.com/2gkmwd43
Acerca de INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.
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