Kim Durand, cofundador y CEO de Cheaf.
La más reciente actualización del reporte de seguridad alimentaria del Banco Mundial, de fines de abril de 2024, da cuenta que la inflación de los precios internos de los alimentos sigue siendo alta, con alzas de más de 5% en la mayoría de los países de ingresos bajos y medios. En tanto, se prevé que las existencias de trigo en el mundo alcanzarán el nivel más bajo en ocho años, y diversos desastres naturales asociados a la crisis climática reducen cada año la cantidad de alimentos disponibles para el consumo humano.
La seguridad alimentaria en todo el orbe está bajo amenaza, y estamos cada vez más lejos de erradicar el hambre en el mundo. De hecho, el último Informe Mundial de Crisis Alimentaria reporta que casi 282 millones de personas en 59 países y territorios experimentaron altos niveles de hambre aguda en 2023, un aumento mundial de 24 millones con respecto al año anterior.
En un contexto como éste, resulta inexplicable e inmoral el desperdicio de alimentos, sobre todo cuando sabemos que la producción mundial es suficiente para alimentar a todos los habitantes del planeta, pero, por diversas razones, 1.300 millones de toneladas de alimentos terminan cada año en los vertederos.
Esto nos impone un tremendo dilema en materia social, pero también ambiental, pues la descomposición de esos alimentos terminan acelerando la crisis climática, al inyectar toneladas de CO2 a nuestra atmósfera.
Debemos avanzar de forma decidida en evitar la pérdida de comida (y los recursos finitos que se usan para producirla): los Estados deben ser capaces de empujar legislaciones en la materia y generar mecanismos que permitan reducir el despilfarro de alimentos; el sector privado debe innovar para lograr rescatar esos alimentos, a la vez que se comprometa a producir de manera más sostenible, y los ciudadanos debemos ser conscientes de nuestro consumo y planificar de mejor manera nuestras compras.
Hace poco, conmemoramos el Día Mundial del Hambre, fecha que nos obliga a reflexionar sobre este fenómeno mundial (lamentablemente en alza), a la vez que nos interpela a generar las soluciones necesarias para erradicarlo de manera definitiva. Sólo trabajando juntos podremos lograr un futuro sin hambre en el mundo y sin desperdicios que contaminen nuestro planeta.
Equipo Prensa
Portal Agro Chile