El fenómeno del desierto florido no solo llegó a la zona costera de las regiones de Coquimbo y Atacama, sino que se expandió por los cerros del valle. Un colorido espectáculo natural que invita a apreciar la belleza.

Este 2024 las precipitaciones invernales no solo fueron un alivio a la agricultura, dando un leve respiro a quienes se dedican al cultivo de la tierra, sino que también fue indicador para que las semillas de la flora nativa de la región que permanecían dormidas, enterradas en los cerros del Valle del Elqui, pudieran florecer en todo su esplendor.

Y es que, de acuerdo a los datos recogidos en el sitio agrometeorología.cl de la estación meteorológica Ceaza ubicada en el Centro Experimental del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA Vicuña, se han alcanzado los 162,2 mm en lo que va del año, un incremento importante en el total de agua caída con respecto a los últimos cinco años, que promediaron 29,5 mm.

Producto de estas inusuales precipitaciones, por estos días, el paisaje de Vicuña ha cambiado. “Los cerros han reverdecido y han dado paso a bellos colores, el inusual fenómeno se debe a la floración de las especies silvestres que silenciosamente habitan en los cerros del Valle de Elqui”, explicó Ana Sandoval, profesional del Banco Base de Semillas de INIA.

Este fenómeno se produce porque la lluvia “despertó” a la vegetación, haciendo germinar a millones de semillas, las cuales se conservan en estos ecosistemas adaptados a las condiciones de desierto. “Arbustos que por años parecieron secos, también se activaron con gran vigor, al igual que los bulbos que subterráneamente mantienen a las plantas en receso, permitiendo que el ecosistema se renueve y de un impulso a las nuevas generaciones de plantas”, expresó la profesional.

Un espectáculo que invita a apreciar la belleza de especies como las Patas de Guanaco, los Huilles, las Maripositas y las Coronillas del Fraile que tiñen los cerros de colores, combinadas con arbustos como el Carbonillo, los Heliotropium, el Retamo y los varias especies de Lycium, que despertaron con impresionantes floraciones.

Sandoval llamó a los visitantes a disfrutar de este espectáculo y a respetar el ciclo natural de las plantas, evitado su extracción, pisoteo y corte, “ya que gracias a las bellas flores podrán formar sus frutos y contar con suficientes semillas para esperar a las siguientes lluvias”.

Acerca de INIA

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos. Por otra parte, el Banco Base de Semillas, perteneciente a INIA Intihuasi alberga semillas de más de 1.3000 especies de la flora chilena como un aporte a la conservación de la biodiversidad de nuestro país.

INIA, 60 años liderando el desarrollo agroalimentario sostenible de Chile.

Pies de foto:

FOTO 1: Cistanthe longiscapa, una de las especies de las conocidas como “Pata de guanaco”, fue colectada personalmente y bautizada por el insigne naturalista, Claudio Gay, en su expedición al interior del Valle del Elqui. Es una especie anual, endémica de Chile y habita en las regiones de Atacama y Coquimbo. 

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Equipo Prensa
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