- Aunque las lluvias registradas en 2023 y lo que va de 2024 han superado las expectativas, la realidad es que los embalses de Chile siguen enfrentando déficits significativos. Este aparente alivio no representa el fin de la sequía, sino una señal de alerta sobre la urgencia de adoptar soluciones de gestión hídrica sostenibles.
El panorama se complica con el regreso del fenómeno de La Niña, que amenaza con agudizar esta inestabilidad. No es solo un problema de lluvias insuficientes; enfrentamos desafíos estructurales como la creciente demanda y la falta de infraestructura hídrica. Sin embargo, hay un problema más profundo y menos discutido: la falta de datos precisos sobre el estado y uso de las fuentes de agua en Chile.
Sin información de calidad, administrar eficientemente el recurso es una tarea imposible. Es fundamental saber cuánta agua hay, dónde está y cómo se utiliza. Hoy, la Dirección General de Aguas (DGA) opera con recursos limitados y sin acceso a herramientas modernas para el monitoreo en tiempo real. Sus datos, generados con fines estadísticos ex post y almacenados en plataformas poco funcionales, limitan la capacidad de prevenir y administrar crisis hídricas.
Además, esta falta de información contribuye a narrativas simplistas como “No es sequía, es saqueo”, que, aunque reflejan la frustración pública, no abordan la complejidad del problema. La solución no pasa por encontrar culpables, sino por invertir en tecnología que permita entender y gestionar el agua de manera transparente y eficiente.
Mientras algunas organizaciones de usuarios cuentan con personal técnico capacitado y décadas de experiencia, otras trabajan con funcionarios ad honorem con formación insuficiente en áreas como medición de caudales y contabilidad de volúmenes. Esta desigualdad se agrava debido a la desproporción entre el poco financiamiento y el tremendo impacto socioeconómico que el agua tiene para el país.
A pesar de estas brechas, existen soluciones tecnológicas probadas que han demostrado ser efectivas. Sistemas de medición remota y automatización permiten obtener datos precisos y administrar el recurso hídrico sin necesidad de grandes inversiones ni trámites burocráticos.
Estas herramientas han sido adoptadas por diversos usuarios, logrando un monitoreo más eficiente de sus derechos de agua y permitiendo, en algunos casos, la cesión de recursos para asegurar el abastecimiento de ciudades. Esto no solo beneficia a millones de personas, sino que también genera ingresos para reinvertir en mejoras operativas.
La falta de adopción de estas tecnologías tendría consecuencias significativas para Chile. Sectores esenciales como el consumo humano y actividades de gran relevancia socioeconómica como la agricultura, la minería, la acuicultura y la generación hidroeléctrica enfrentarían pérdidas millonarias sin un manejo hídrico sustentado en información confiable.
Garantizar el acceso al agua exige un cambio estructural basado en soluciones que generen data oportuna y de calidad. En un contexto de alta variabilidad, debemos entender que esta información no es un lujo, sino una necesidad fundamental para enfrentar los desafíos de la crisis climática. Superar la sequía de los datos es el primer paso para que la gestión de nuestro recurso más valioso esté a la altura de los desafíos actuales, aprovechando las oportunidades que nos da la tecnología para construir un futuro más sostenible.
Equipo Prensa
Portal Agro Chile