El bosque de araucarias enanas tiene más de 100 años y menos de 5 metros de altura, es único debido a su exposición al océano Pacífico y a un clima extremo, sumado a suelos pobres, poco profundos y baja disponibilidad de agua en verano. 

Con más de 100 años y con apenas 5 metros de altura, así es el singular bosque de araucarias “enanas” que el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de la región del Biobío inspecciona en la cordillera de Nahuelbuta, tomando muestras de hojas y suelo, material que será analizado para evaluar el estado sanitario de estas especies únicas.

El Director Regional del SAG Biobío, Roberto Ferrada, destacó la particularidad de esta comunidad vegetal, señalando que “se trata de una zona excepcional, probablemente la distribución más septentrional de la cordillera de Nahuelbuta. Estas especies presentan un enanismo singular debido a las condiciones extremas del entorno: suelos extremadamente delgados y pobres en nutrientes, veranos intensos con altas temperaturas y escasez hídrica, además de inviernos marcados por nevadas, granizos y fuertes vientos”.

Ferrada añadió que el SAG está intensificando su vigilancia fitosanitaria forestal en el área. “Estamos llevando a cabo un monitoreo exhaustivo, recolectando muestras de suelo, hojas e insectos presentes en el lugar, las cuales enviamos a nuestro laboratorio oficial, Lo Aguirre. El objetivo es identificar posibles riesgos para la sanidad forestal y tomar las medidas necesarias para proteger este valioso ecosistema”, explicó.

Estos pequeños ejemplares se encuentran en el Área de Alto Valor de Conservación (AAVC), un predio de 136 hectáreas ubicado en Santa Juana, propiedad de CMPC. De este total, 22 hectáreas corresponden a una zona específica donde crecen araucarias enanas. El objetivo principal de esta área es gestionar y proteger este ecosistema único, adaptado a condiciones extremas, y garantizar la conservación de su singular hábitat.

En 1984 se identificaron por primera vez las poblaciones de araucarias enanas en la cima de la cordillera de Nahuelbuta, un descubrimiento que resaltó las particulares condiciones ecológicas de esta área: suelos delgados y pobres en nutrientes, un clima severo con marcados contrastes estacionales y la constante exposición a los vientos provenientes del océano Pacífico. Estas condiciones hacen de este ecosistema un entorno único en Chile.

Vigilancia sanitaria del SAG para el cuidado de la Araucaria araucana 

El SAG lleva a cabo monitoreos permanentes en bosques de Araucaria araucana, una especie emblemática de Chile. Estas labores permiten evaluar su estado fitosanitario a lo largo del tiempo, abarcando toda su distribución en el cordón cordillerano, especialmente en las regiones del Biobío y La Araucanía. Este monitoreo constante es clave para la protección de esta especie nativa, que enfrenta desafíos tanto ambientales como fitosanitarios.

La Araucaria araucana, conocida también como pehuén, tiene una amplia adaptabilidad ecológica. En su hábitat típico, alcanza un crecimiento arbóreo que supera los 20 metros de altura. Sin embargo, en la cordillera de Nahuelbuta, a aproximadamente 1.000 metros sobre el nivel del mar, emergen poblaciones únicas de araucarias «enanas», adaptadas a condiciones extremas de suelo y clima. Esta singularidad destaca la resiliencia de la especie en ecosistemas exigentes.

En 1990, la Araucaria araucana fue declarada Monumento Natural, subrayando su importancia cultural y ecológica. Actualmente se considera como una especie con problemas de conservación, debido a su limitada distribución y población que se concentra en el límite vegetacional de zonas definidas en la Cordillera de Los Andes y de Nahuelbuta entre el límite sur de la región del Biobío y el límite norte de la región de Los Ríos, incluyéndose este árbol en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

A nivel nacional, el SAG realiza vigilancia fitosanitaria en plantaciones forestales, bosques nativos y arbolado urbano, con el objetivo de detectar de manera temprana la aparición de plagas o enfermedades exóticas que puedan afectar significativamente los ecosistemas y la economía silvoagropecuaria. Estas acciones permiten implementar medidas fitosanitarias de forma rápida, contribuyendo a la protección del patrimonio forestal del país.

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Equipo Prensa
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