• Originado a principios de 1800, el sistema hoy sigue siendo fundamental para la distribución de agua en 29 comunas de la Región Metropolitana.

 

  • En la actualidad, con el apoyo de tecnologías como la telemetría, continúa optimizando el uso del recurso en plena crisis hídrica. El siguiente paso es la automatización de compuertas.

 

¿Te has preguntado de dónde proviene el agua que ha sustentado el crecimiento de Santiago durante casi 200 años? A medida que la ciudad se expandía a inicios del siglo XIX, la demanda por el recurso vital dio lugar a una de las obras de ingeniería más importantes de su historia: la red de canales de la Sociedad del Canal de Maipo (SCM). Con 196 años de operación, esta infraestructura sigue siendo esencial para la gestión de agua en 29 comunas de la Región Metropolitana.

 

«La vida en el Santiago republicano de inicios del 1800 no solo estuvo marcada por su trazado en cuadrícula o damero, sino también por dos protagonistas clave: los ríos Mapocho y Maipo. Desde entonces, el desafío ha sido controlar y regular sus aguas para el desarrollo de la ciudad», explica Marcelo Sánchez, historiador de la Universidad de Chile.

 

Fundada en 1827, el surgimiento de la SCM tuvo directa relación con la construcción del Canal San Carlos, obra cuyo propósito fue abastecer de agua potable, saneamiento y alimentos a la emergente capital de Chile. Originalmente estatal, el acueducto pasó a manos de la sociedad por instrucción de Ramón Freire, Director Supremo en aquellos años.

 

En 1909, la asociación de usuarios aprovechó la fuerza del agua que administraba para construir la central La Florida, la primera hidroeléctrica en suministrar energía a Santiago, destinada a alimentar el alumbrado público, el consumo doméstico y el sistema de tranvías. En 1996, reforzó su presencia en el mercado energético al adquirir la central Puntilla.

 

Los hechos dan cuenta de que a lo largo de su historia la SCM no solo ha utilizado sus canales para impulsar la agricultura, sino también para apoyar un desarrollo sostenible del Santiago urbano, generando electricidad y actuando, incluso, como el único cauce recolector de aguas lluvias en la zona oriente.

 

Innovación que transforma la gestión del agua

 

La clave para adaptarse a los desafíos que propone el desarrollo ha sido su capacidad de innovar constantemente incorporando nuevas tecnologías, afirma Juan Carlos Berríos, gerente de operaciones de la Sociedad del Canal de Maipo.

 

“Pasamos de monitorear los canales por medio de un celador a caballo, luego en moto y en bicicletas eléctricas. Sin embargo, el avance más significativo ha sido la telemetría. Esta herramienta es clave para la gestión del recurso hídrico, ya que permite medir y transmitir en tiempo real datos sobre el flujo y estado del agua, optimizando la operación», explica.

En la última década, la red de canales ha fortalecido su modernización con el apoyo de soluciones que hacen más eficiente la gestión del agua extraída de los ríos. En 2023, con el apoyo de la startup Capta Hydro, completaron la segunda fase de su proyecto de telemetría, instalando equipos en los canales Lo Espejo, Unificado y San Vicente.

“Hemos puesto en operación un total de 23 equipos para monitorear la red de la SCM. Esta tecnología, 100% nacional, es altamente precisa, de fácil instalación, resistente al vandalismo y energéticamente flexible, ya que puede operar tanto conectada a la red eléctrica como mediante paneles solares”, explica Emilio de la Jara, CEO de Cpta Hydro.

Modernización al servicio de la sostenibilidad

 

Aunque el  principal objetivo de la Sociedad del Canal de Maipo es extraer, transportar y repartir de manera eficiente las aguas del río Maipo para regar cerca de 20 mil hectáreas agrícolas en la Región Metropolitana, también ha sido crucial para el bienestar de la población. Con más de 308 kilómetros de obra, esta red también ha contribuido fuertemente a mejorar la salud pública.

«La separación de los cursos de agua destinados al tratamiento de residuos humanos de aquellos usados en la agricultura ha sido fundamental para mejorar la seguridad alimentaria», resalta Marcelo Sánchez. «Hoy esto parece algo natural, pero no hace tantos años, entre 1970 y 1990, muchas hortalizas eran regadas con aguas servidas, representando un riesgo significativo para la salud», añade el historiador.

A medida que Santiago enfrenta nuevos desafíos relacionados con la crisis hídrica, el incremento de la demanda de agua y la expansión urbana, la gestión hídrica de la ciudad continúa con su evolución. El próximo paso, afirma Juan Carlos Berríos, es la automatización de compuertas, una tecnología que permitirá una administración aún más precisa que beneficie tanto a la población como a los ecosistemas locales.

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