Según el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), la biodiversidad en América Latina ha disminuido entre un 2% y un 6% por década en los últimos 50 años. Esta pérdida no solo amenaza especies, sino también los servicios ecosistémicos esenciales que sostienen la vida humana y económica.

Chile, debido a su geografía única y gran diversidad climática, encapsula muchos de los retos que enfrenta la región. El país es reconocido por su riqueza en biodiversidad, incluyendo ecosistemas altamente endémicos como los bosques templados de Valdivia y los humedales costeros. Sin embargo, dichos ecosistemas están bajo amenaza debido al cambio climático, expansión agrícola, cambios de uso de suelo, y la explotación de recursos.

El informe del IPBES subraya que las soluciones aisladas son ineficaces y pueden generar efectos adversos. En este contexto, es esencial adoptar un enfoque integrado que considere la interconexión entre biodiversidad, cambio climático, y seguridad alimentaria. Así, la agricultura regenerativa emerge como una estrategia prometedora. Dicho enfoque combina prácticas como la rotación de cultivos, uso de compost y agroforestería para mejorar la salud del suelo, reducir emisiones de carbono y promover la biodiversidad.

Por otra parte, la restauración de ecosistemas ricos en carbono, como los bosques templados y humedales, son también fundamentales. En el sur de Chile, proyectos de reforestación con especies nativas buscan contribuir a recuperar paisajes degradados y mejorar los servicios ecosistémicos.

A nivel nacional se requiere un marco regulatorio que promueva la conservación y uso sostenible de la biodiversidad, mientras garantiza la equidad en el acceso a recursos naturales y tecnologías. El gobierno, a través de planes como la Estrategia Nacional de Biodiversidad, ha avanzado en la protección de ecosistemas críticos. Sin embargo, se necesita un mayor esfuerzo para integrar estas estrategias con políticas de mitigación del cambio climático y seguridad alimentaria. La colaboración con comunidades locales e indígenas es fundamental para garantizar que estas políticas sean culturalmente apropiadas y efectivas.

Latinoamérica y Chile enfrentan una encrucijada crítica. Las decisiones tomadas hoy determinarán el futuro de la región, no solo en términos de sostenibilidad ambiental, sino también de equidad social y desarrollo económico. Adoptar un enfoque integrado e inclusivo es esencial para superar estos desafíos y construir un futuro resiliente y sostenible.

Dr. Carlos Esse Herrera
Director
Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible
Universidad Autónoma de Chile

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