Investigadores desarrollan un biomodulador y promotor de crecimiento que incorpora moléculas y rizhobacterias -algunas de ellas extraídas desde el desierto chileno- para combatir los efectos del cambio climático en plantas como el tomate.
La crisis hídrica que vivimos como planeta afecta de especial manera a nuestro país y se refleja en actividades como la agricultura. Entre las diversas alternativas que se investigan para paliar estos efectos, se encuentran el reforzar las capacidades de las plantas para crecer en ambientes adversos, con el fin de obtener alimentos a pesar de consecuencias como la sequía y la salinidad.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Chile, INIA La Cruz y Universidad Arturo Prat, que forman parte del proyecto anillo de investigación financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo ANID, llamado “PASSA”, se encuentran desarrollando una formulación para aumentar la tolerancia de tomates a la falta de agua o a la salinidad, con lo que se podría ahorrar agua en dichos cultivos y seguir cosechando en terrenos que actualmente se ven afectados por este tipo de estreses abióticos.
¿De qué se trata esta formulación? El llamado “biomodulador” incorporará una serie de compuestos naturales, en especial ácido lipoico y carotenoides, que tienen propiedades antioxidantes. Asimismo, se sumarán moléculas químicas que han demostrado promisorios resultados en investigaciones previas desarrolladas en la Universidad de Chile, realizadas por parte del equipo del proyecto.
“En el caso del ácido lipoico y carotenoides, son dos fuertes antioxidantes que ya se encuentran en las plantas. Debido a que el estrés por sequía y salinidad causan a su vez un estrés oxidativo en las células, es de esperar que al aplicar de manera foliar estos antioxidantes las plantas puedan amortiguar estos efectos”, explica Michael Handford, co-director del proyecto PASSA e investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
Por otra parte, la formulación contendrá rizhobacterias obtenidas desde plantas que crecen en el Desierto de Atacama y, de acuerdo con investigaciones previas desarrolladas en la Universidad Arturo Prat, confieren resistencia a la salinidad, permitiendo que vivan en ambientes tan adversos para la fauna como éste. Además, también se trabaja con promotores de crecimiento a partir de rizhobacterias (“PGPR in ingles”) nativas obtenidas del Banco de Microrganismo de INIA, donde en experimentos en INIA La Cruz se ha demostrado que al aplicarlas en tomate bajo condiciones invernadero favorecen el crecimiento en salinidad.
Avances
Actualmente, el equipo de investigación se encuentra evaluando el efecto de estos compuestos y rizhobacterias en plantas de tomate mediante análisis morfológicos, fisiológicos y moleculares sobre la tolerancia al estrés de sequía y salinidad, entre otros. Es así como se han logrado obtener resultados positivos en distintas características con la aplicación del ácido lipoico, carotenoides, las moléculas químicas y algunas rizhobacterias de manera individual o consorciadas.
Además, de manera paralela se han explorado otras moléculas, entre las cuales ha emergido el quitosano, biocompuesto que se utiliza en la agricultura como bioestimulante e inductor de la defensa de plantas de tomate al estrés salino y de sequía.
Posteriormente, el proyecto considera realizar los ensayos con la formulación que incluya la mejor concentración de los componentes estudiados, con el fin de lograr mitigación a los estreses abióticos como la sequía y salinidad.
Equipo Prensa
Portal Agro Chile