Recorrieron dependencias de INIA Quilamapu en Chillán, donde se ubica el mayor centro de investigación en control biológico del país. Visita de personeros del CABI (Centro Internacional de Biociencia Agrícola) conocieron el Banco de Recursos Genéticos Microbianos y el Centro Nacional de Bioinsumos. 

El control biológico es una disciplina transversal que ha cobrado gran importancia en el mundo, constituyendo una llamada de atención al uso de los agroquímicos. Es en este contexto que directivos del CABI (Centre for Agricultural Bioscience International) visitaron dependencias de INIA en Chillán, donde se congrega el mayor grupo de investigación en esta área, en el país. Esto llamó la atención Richard Shaw, director para Europa y América de este organismo inglés de gran prestigio entre la comunidad científica agrícola. 

Shaw, quien estuvo acompañado de la directora del CABI para Brasil y América Latina, Yelitza Colmenarez, dijo que la visita se centró en conocer el trabajo de innovación e investigación realizado por INIA en materias de controladores biológicos que contrarrestan plagas y enfermedades agrícolas, lo que disminuye el uso de productos químicos y el impacto en el medio ambiente. En tal sentido, sostuvo que tras conocer el trabajo de los investigadores locales, resulta posible analizar “tanto lo que podemos aprender y en lo que podemos ayudar”, además de proporcionarle aspectos prácticos en la generación de bioinsumos destinados a los productores.

Los científicos del CABI -organismo con sede en Inglaterra y que integran 48 países, entre ellos Chile- fueron recibidos por el director regional de INIA Quilamapu, Javier Chilian, además de los directivos nacionales de INIA Germán Holmberg y Eduardo Tapia.

Lazos de investigación 

“La visita de los directivos se basó en la larga trayectoria que nuestro país tiene en materias de control biológico, que de hecho se fortaleció con la fundación de INIA en 1964, fecha desde la cual se ha abordado el control biológico de una manera intensiva”, indicó la representante del CABI en Chile, Lorena Barra. La investigadora y encargada del Centro Nacional de Bioinsumos, valoró el trabajo de las últimas cuatro décadas de INIA Quilamapu, en especial en labores de conservación de los recursos genéticos, y en el desarrollo e investigación en biocontroladores, incluyendo la generación de productos para el mercado. 

Lorena Barra destacó la búsqueda de nuevos vínculos entre ambas instituciones, que consideran aspectos claves como el desarrollo económico local, enfrentar el cambio climático respetando la biodiversidad; la incorporación de espacios de género y juventud, y la seguridad alimentaria y nutricional de la población. 

El potencial de los bioinsumos

“Es una grata sorpresa ver todo el desarrollo y crecimiento en materias de bioinsumos para impulsar el uso de tecnologías sustentables para la agricultura”, sentenció la directora del CABI en Brasil y Latinoamérica, Yelitza Colmenarez, en su visita a dependencias de INIA Quilamapu, en Chillán.

En este sentido, dimensionó el desarrollo y uso de microorganismos nativos chilenos utilizados como bioproductos o bioestimulantes en la agricultura, destinados a impulsar el crecimiento de plantas de manera sustentable, “lo que es resultado de un trabajo científico importante y donde junto a INIA también participan otras instituciones como el CABI”. En este punto, también resaltó el trabajo con Conaf y SAG que “también incorporan el uso de estos microorganismos o amigos naturales, para favorecer el desarrollo agrícola y forestal, especialmente en áreas degradadas, donde se están aplicando estrategias de reforestación, lo que ayuda a la estructuración y conservación de los suelos”.

Drosophila suzukii

Uno de los aspectos que llamó la atención del director de CABI, Richard Shaw, fue el trabajo realizado en el laboratorio de entomología de INIA Quilamapu. Esta unidad, a cargo del investigador Luis Devotto, ha estado buscando insectos nativos para el control de Drosophila suzukii, insecto que desde su detección en Chile en 2017, ha sido una amenaza para el sector frutícola del país. En este aspecto, Shaw señaló que CABI está trabajando en la misma línea, ya que se trata de una plaga que se ha extendido por el mundo, y para la cual se busca una solución con control biológico clásico, a través de insectos parasitoides y no mediante el uso de químicos. “El trabajo realizado en INIA es una gran oportunidad para colaborar, compartir ideas, material y técnicas de identificación” apuntó, lo que sienta las bases para estrechar la colaboración entre ambos organismos.

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