- El objetivo general del proyecto que comenzó en 2018 y finalizó en 2021 fue incorporar y validar el uso de controladores biológicos como estrategia para disminuir los rechazos fitosanitarios junto con desarrollar la correlación de variables climáticas.
11 de octubre de 2024.- Actualmente los mercados son más exigentes en cuanto al límite máximo de residuos (LMR) en las frutas, que consiste en el nivel máximo de residuos de un plaguicida que se permite legalmente en los alimentos.
Ante este escenario, es clave usar alternativas más inocuas en el manejo de las plagas, que no impactarán en el futuro del planeta. Una de estas opciones son los controladores biológicos, un método de control de plagas, enfermedades y malezas que consiste en utilizar organismos vivos con objeto de controlar las poblaciones de otro organismo. Este fue uno de los temas que trató el proyectó “Desarrollo del Manejo integrado de plagas para la fruticultura de exportación, con la incorporación de enemigos naturales, con enfoque al control de plagas de importancia cuarentenaria” que fue parte del Programa Estratégico Fruticultura de Exportación Zona Centro Sur” (PTEC-Zona Centro Sur).
El proyecto fue liderado por la Ingeniera Agrónoma Mg.Sc © Susana Izquierdo Carreño, del Área de Entomológica Cuarentenaria de la Fundación para el Desarrollo Frutícola, (FDF), que contó con el apoyo de CORFO y Frutas de Chile. El objetivo general de proyecto que comenzó en 2018 y finalizó en 2021 fue incorporar y validar el uso de controladores biológicos como estrategia para disminuir los rechazos fitosanitarios junto con desarrollar la correlación de variables climáticas, prevalencia de plagas en huertos pilotos; implementar una oferta nacional de enemigos naturales en relación a plagas foco (búsqueda nativos), elaborar guía de reconocimiento de plagas cuarentenarias de uso amigable para los productores; % del nivel de eficacia en laboratorio, movilidad, sobrevivencia y plan de acción para el manejo integrado en huertos piloto de kiwis, arándanos y frambuesas.
Susana Izquierdo, explicó que el proyecto que incorporó enemigos naturales nació a partir de la búsqueda del área de entomología de FDF, en integrar alternativas inocuas en el manejo fitosanitario de los huertos. “A partir de eso invitamos a todos los productores de enemigos naturales y control biológico a hacerlos partícipes con enemigos naturales que pudieran servir para los hospederos y las plagas específicas a trabajar. En este proyecto trabajamos con 8 huertos pilotos ubicados en la Regiones O’Higgins, Maule y Araucanía para cada especie (arándanos, frambuesas y kiwis). Realizamos un trabajo junto el SAG, con sus programas de Lobesia Botrana y Mosca de la Fruta (subprograma Drosophila Suzukii), Comité del Kiwi de Frutas de Chile y empresas proveedoras de enemigos naturales participantes como BioBichos, Xilema y Biofuturo”.
Susana Izquierdo indicó: “Realizamos un escaneo asociado a la Red climática, registrando la acumulación de grados días, que es un término se ocupa para hacer seguimiento de los ciclos de insectos, en este caso reconocido como plagas. En este escáner inicial hicimos un levantamiento del huerto, buscando las plagas presentes y capacitando a un operador en cada uno de los huertos, para que pudieran identificar estas plagas presentes. Desde el segundo al cuarto año incorporamos los controladores biológicos específicos”.
Respecto a plagas, explicó la investigadora, se desarrollaron protocolos de monitoreo para Lobesia botrana y la plaga recientemente detectada en Chile Drosophila suzukii que afectan a los arándanos. “Para cada plaga específica ya sea cuaternaria o agrícola usamos las técnicas específicas de monitoreo. En el caso de Lobesia botrana trabajamos con trampas y prospección visual. En el caso del kiwi, las plagas más importantes son Brevipalpus chilensis, que generan problemas para los Systems Approach en donde trabajamos con toma de muestras y arrastre por lavado. Para Naupacthus xanthographus implementamos calicatas y prospección visual. Para las plagas Frankliniella occidentalis, Frankliniella australis y Drosophila suzukii que afectan a las frambuesas trabajamos con Prospección visual (sacudir ramas y flores) y Sistema de trampeo”.
La agrónoma destacó que la diferencia de una aplicación tradicional respecto al uso de controles biológicos es que no busca que el insecto se asiente en el lugar (control tradicional), sino que se realizaría una aplicación constante de acuerdo con el estado de desarrollo de la plaga, justamente apuntando a momentos en donde las herramientas disminuyen, como por ejemplo el periodo antes de cosecha, donde no puede intervenir con insecticidas. “En función de eso, realizamos un protocolo de aplicación, es decir para insectos huésped generamos un protocolo de trabajo asociado al método científico, que nos permitió validar de forma concreta e indicarle al productor cómo funciona de manera empírica. Por lo tanto, el proyecto entregó metodología de trabajo: La liberación (aplicación) fue durante 3 temporadas y con esa metodología se realizó la evaluación y así se evaluó qué tipo de insectos tenía un mejor comportamiento. Por ejemplo, entre Maule y La Araucanía observamos extremas diferencias del comportamiento de un controlador biológico y otro”.
“Para el mismo hospedero el controlador biológico tuvo distintos comportamientos, como acumulación de grados días y por lo mismo distintos resultados, evidentes, todo a través de protocolos específicos de evaluación científica. No es algo que se acostumbre, sino que se libera una dosis conocida y cada cierto tiempo se evalúa si la paga disminuye o no “, agregó Izquierdo.
Beneficios e impactos
El trabajo realizado concretó el desarrollo de la guía “Plagas de importancia agrícola y/o cuarentenaria y potenciales controladores biológicos en Chile. Detección y reconocimiento el campo”, que permitió a los productores identificar las plagas que no solo afectan a los cultivos analizados sino a gran parte. “En esta guía pueden encontrar la descripción, importancia de las plagas cuarentenarias y como monitorearlas. Este libro se distribuyó con el SAG, con los productores en distintas regiones y cuando se acabaron las ediciones físicas, lo distribuimos de manera digital”, detalló Susana Izquierdo.
En cuanto a impacto se incorporó en varios huertos controladores biológicos en puntos críticos del proceso, muy cercanos a la cosecha. “A los productores les enseñamos a buscar la plaga en el huerto, por lo tanto, podrían prevenir. Se incorporó este protocolo de trabajo e hicimos difusión y transferencia técnica en los huertos. Un ejemplo de los anterior fueron los webinars que realizamos en pandemia junto a Frutas de Chile, que nos permitió llegar a más de 400 personas, lo que fue muy positivo. Hay que destacar que trabajamos en conjunto con el SAG, es decir usamos material del SAG junto con el monitoreo los huertos y fuimos orientando a los huertos en los cuales estaba presenta la plaga. Terminamos el proyecto con Drosophila Suzukii presente en todos los huertos, pero el productor supo desde el día 1 que la tenía, por lo tanto, comenzó a trabajar con el programa del SAG. La diferencia de Drosophila con otras plagas, es que en Chile no es cuarentenaria para los principales mercados de exportación de frutas. Pero si esta plaga provoca gran daño agrícola en su hospedero si no es controlada, disminuye la producción”.
Resultados
El conocimiento transferido a los productores fue uno de los principales resultados del proyecto. Así lo indicó la agrónoma Susana Izquierdo. “Para nosotros el resultado más importante fue el conocimiento, transferencia, validación y la conexión de las empresas proveedoras de controladores biológicos. Incentivamos a los proveedores de controladores biológicos para que también pudieran ampliar su superficie de trabajo. La idea es que estos protocolos se fueron validando, por ejemplo, si somos constantes con el desarrollo la disminución de la plaga se irá haciendo de manera sustentable. Ideal que el controlador biológico quede instalado en el huerto y se siga desarrollando. La idea es que la plaga vaya disminuyendo y el controlador biológico siga siendo aplicado. Los aplicamos en aquellas ventanas donde no se usan plaguicidas y antes de la cosecha”.
La permanencia en el tiempo es más sustentable a través del controlador biológico porque los plaguicidas comienzan a generar resistencia, lo que se traduciría indirectamente en alteraciones de los límites máximos de residuos, de alguna forma se comienza a bloquear. “El controlador biológico nunca generará resistencia o rechazo porque se va desarrollando junto a la plaga, generando parasitismo o depredación. La mayoría de los controladores biológicos no buscan eliminar la plaga en su totalidad porque es su sustento de alimento y sobrevivencia, pero sí va a mantener una prevalencia de la plaga menor. Lo principal es que todos los productores comiencen a disminuir el uso de plaguicidas por la resistencia, trazabilidad y por los efectos adversos que provocan. En el caso de las empresas, existe el interés y la demanda de varias exportadoras en empezar a usar los controladores biológicos dentro de sus programas”, concluyó la ingeniera agrónoma.
Importancia para Corfo
Los proyectos PTEC-Zona Centro Sur son claves para Corfo en cuanto al desarrollo de una industria más competitiva. De acuerdo con Macarena Alfaro, directora de programas tecnológicos de Corfo hace décadas que están promoviendo las áreas agrícolas, pero en particular que se relaciona con tema de la sofisticación de la industria. “Visualizamos que, como grandes exportadores de frutas, Chile también tiene la oportunidad de exportar productos más sofisticados y en eso la genética frutícola toma una connotación muy importante, donde se empieza a promover no solo la generación de genética nivel nacional sino también con la adaptación, lo que involucra un grado importante de desarrollo tecnológico. Es parte de lo que hemos impulsado con Frutas de Chile, como también con el Consorcio de Biofrutales, Centro de Fruticultura de la Universidad de Chile, las cuales impulsan la genética y desarrollo de variedades a nivel nacional”.
“Lo que nos motiva para participar en los proyectos PTEC-Zona Centro Sur Corfo es poder fomentar el desarrollo de la industria nacional, a partir de innovaciones, emprendimientos, desarrollo tecnológico y a través de herramientas de financiamiento, entre otros aspectos. Con el objetivo de poder contar con una industria más competitiva, lo que tiene una trascendencia a nivel de los territorios, en los empleos y en la trascendencia de Chile en los mercados globales”, resaltó Alfaro.
Equipo Prensa
Portal Agro Chile