Iniciativa de 4 años revitalizará la presencia de porotos, lentejas y chícharos en el secano interior de las regiones de Ñuble y Biobío, con directa incidencia en las comunas de Ninhue, Ñiquén, San Ignacio y Yumbel.

“El déficit hídrico y las condiciones adversas han provocado una creciente dependencia del extranjero, y un estancamiento de los grandes y pequeños agricultores de las regiones de Ñuble y Biobío con la pérdida de las variedades que eran sembradas antiguamente”, sostuvo el investigador y curador del banco de recursos genéticos vegetales de INIA Quilamapu, Gerardo Tapia, al finalizar el seminario con el que se dio inicio a un proyecto que busca reimpulsar la producción y consumo de legumbres en nuestro país. 

El proyecto lleva por nombre “Identificación y reintroducción de recursos genéticos de legumbres con tolerancia a sequía y enfermedades que contribuyan a la seguridad alimentaria y adaptabilidad al cambio climático en la agricultura familiar campesina del secano interior de Chile”, y que cuenta con el financiamiento de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y la ejecución de INIA Quilamapu.

Gerardo Tapia, coordinador general de este proyecto, indicó que este se inserta en la necesidad de fortalecer la seguridad alimentaria nacional, que “el país disponga, de manera estable y oportuna en el tiempo, de suficientes alimentos inocuos y nutritivos para cubrir las necesidades nutricionales de todos, de manera de tener una vida sana y activa”.

Entre los aspectos más relevantes, el investigador indicó que los trabajos se centrarán en identificar y reintroducir, bajo un manejo agroecológico, distintos tipos de porotos, lentejas y chícharos que, entre sus características, sean tolerantes a sequía y a enfermedades, y con mayores propiedades nutricionales. Al cuarto año se trabajará en la diversificación de la oferta gastronómica de las legumbres, además de fortalecer un modelo de negocio para los agricultores.

El seminario contó con las charlas de los investigadores de INIA Quilamapu, Kianyon Tay (encargado del Programa de Mejoramiento Genético de Legumbres), Carola Vera (fitopatóloga), María Esperanza Sepúlveda (Agroecología) y del propio Gerardo Tapia.

Encuentro con productores

Una visita a dependencias del campo experimental Santa Rosa, donde se encuentra el banco de recursos genéticos vegetales de INIA, hicieron los agricultores tras el seminario. En el lugar observaron germoplasma (semillas) de legumbres que se mantienen a buen resguardo, en condiciones de frío y baja humedad, lo que les permitió reencontrarse con antiguos porotos como el cachiporra, sapito y oro, destacó Gerardo Tapia. 

En ese sentido, la agricultora Teresa Riquelme, del sector Bucalemu en la comuna de Ñiquén, mencionó que “hay unos porotos que comía cuando era pequeña, muy sabrosos, pero no era muy populares por el color del caldo que tenían y que finalmente se perdieron con la aparición de tantas variedades que hay en el supermercado, y nunca más los volví a ver”, enfatizando la importancia de la recuperación de semillas.

Por último, el investigador Gerardo Tapia explicó que la visita permitió conocer las preferencias de los agricultores. “De ellas vamos a seleccionar 25 variedades de poroto, 12 de chícharo y 12 de lenteja”, subrayó. Cabe mencionar que el 80 % provendrán del Banco de INIA, mientras que las restantes serán proporcionadas por los mismos agricultores. El científico de INIA añadió que las variedades serán establecidas y evaluadas, en aspectos de tolerancia a sequía, resistencia a la enfermedad “roya” y en factores nutricionales, todo lo cual se llevará a cabo en los terrenos de productores de Ñiquén, Ninhue, San Ignacio y Yumbel. “Al término del proyecto esperamos un 20 % de aumento de productividad en poroto y un incremento del 20 % en el cultivo de lenteja y chícharo”, sentenció.

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Equipo Prensa
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