El agua es un recurso finito en su distribución y su gestión ha sido históricamente desigual. Mientras que algunas regiones del mundo enfrentan sequías extremas, otras experimentan inundaciones recurrentes, ambas consecuencias del cambio climático y de prácticas de gestión que no son sostenibles. En América Latina, por ejemplo, existen grandes desigualdades en el acceso al agua entre las zonas urbanas y rurales, y dentro de las propias ciudades, donde las comunidades más pobres a menudo carecen de acceso al recurso.
El Programa de Transición Hídrica Justa pretende atender estas desigualdades y garantizar que todas las personas, sin importar su ubicación geográfica o condición, puedan disfrutar de agua limpia y suficiente. Este enfoque se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente con el ODS 6, que aboga por garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento.
Chile no está ajeno a esta realidad. La escasez de agua, que afecta tanto al abastecimiento de las ciudades como a la agricultura y la minería, ha sido un fenómeno creciente durante las últimas décadas. Este problema se ha intensificado debido a una gestión hídrica deficiente, el cambio climático y las desigualdades en el acceso al recurso, lo que ha dejado a muchas comunidades vulnerables sin agua suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.
Ante este panorama, el gobierno de Chile ha lanzado el Programa de Transición Hídrica Justa, con el apoyo del Banco Mundial, que representa una oportunidad clave para abordar estos desafíos y promover un modelo más equitativo, sostenible y resiliente en la gestión del agua, atendiendo tanto las necesidades de las grandes ciudades como de las comunidades rurales y sectores productivos.
El concepto de “transición hídrica justa” se basa en la idea de que el manejo del agua debe ser inclusivo, equitativo y resiliente. Esto significa que no solo se debe garantizar un acceso adecuado y suficiente para todas las comunidades, sino que también se debe proteger el medio ambiente y los ecosistemas. El programa se basa en tres pilares fundamentales: la modernización de la infraestructura hídrica, la mejora de la gobernanza del agua y la implementación de políticas de uso eficiente y sostenible. A través de este enfoque, se espera no solo garantizar un acceso equitativo al agua para todos los ciudadanos, sino también promover la conservación de las fuentes hídricas y la recuperación de ecosistemas clave como los glaciares y las cuencas hidrográficas.
El apoyo del Banco Mundial no solo aporta recursos financieros, sino que también conocimiento técnico y experiencia en la gestión hídrica sostenible, lo que puede marcar un antes y un después en la forma en que Chile enfrenta uno de sus mayores desafíos. Este programa no solo es una respuesta urgente a la crisis actual, sino una inversión en un futuro más justo, resiliente y sostenible para el país.
Al adoptar un enfoque de transición hídrica justa, Chile tiene la oportunidad de liderar en la región un modelo de gestión hídrica que sea inclusivo, respetuoso con el medio ambiente y que garantice que el agua, como derecho humano fundamental, esté al alcance de todos. La implementación exitosa de este programa será un paso decisivo hacia un futuro más sostenible y equitativo para todos los chilenos.
Catalina Binder
Vicepresidenta del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI).
Equipo Prensa
Portal Agro Chile