Este nuevo arroz implica mejorar el contenido de almidón resistente y amilosa del arroz, lo que ralentiza la liberación de glucosa durante la digestión.
La diabetes tipo 2 afecta a más de 537 millones de personas en el mundo, y se proyecta que la cifra supere los 780 millones en 2045. En Chile, según la última Encuesta Nacional de Salud, más del 12% de la población vive con esta enfermedad. El alto consumo de carbohidratos refinados, como el arroz blanco pulido, junto con bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, ha aumentado el riesgo de diabetes en diversas poblaciones.
El combate contra esta enfermedad ha tenido un gran avance. Un estudio reciente del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI) y el Instituto Max Planck, publicado en Trends in Plant Science de Cell Press, destaca el potencial del arroz de bajo índice glicémico (IG bajo) para enfrentar esta crisis de salud pública y cómo la biotecnología y la edición genética pueden contribuir a obtener mejores variedades que las que se han conseguido hasta ahora. Estas variedades de arroz, que mejoran el contenido de almidón resistente y amilosa, ralentizan la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo, evitando picos de azúcar y favoreciendo un mejor control de la glucemia.
“El arroz es uno de los alimentos más consumidos en Chile y el mundo, podemos ver en este estudio un potencial tremendo para enfrentar la diabetes que afecta a nuestra sociedad. La biotecnología y la edición genética se nos presentan como una ayuda al progreso” Señaló Miguel Ángel Sánchez, director ejecutivo de Chilebio.
El arroz con índice glicémico bajo ofrece un enfoque equilibrado para combatir la diabetes, al combinar beneficios para la salud con calidad del grano y productividad agrícola sostenible. Estudios previos han vinculado el alto consumo de arroz blanco con un mayor riesgo de diabetes, por lo que la incorporación de variedades de IG bajo podría representar un avance significativo en la prevención de esta enfermedad.
Además de su impacto en la salud, esta innovación podría contribuir a la seguridad alimentaria global, especialmente en regiones donde el arroz es un alimento básico. La adopción de variedades de IG bajo permitiría ofrecer una alternativa más saludable sin comprometer la disponibilidad y accesibilidad del arroz, beneficiando tanto a consumidores como a productores. A largo plazo, esto podría reducir la carga económica asociada a la diabetes y mejorar la calidad de vida de millones de personas.